miércoles, 19 de octubre de 2011

Discurso de Laura Peynado Evento “Brugal Cree en Su Gente” Octubre 10, 2011

Buenas noches.

Con humildad, ante ustedes, esta noche me declaro estudiante perpetua. Y como educadora compartiré mis más sinceros pensamientos acerca de un tema muy allegado a mi corazón: la educación. Antes que todo quiero agradecerle a la Fundación Brugal la oportunidad de compartir esta noche tan especial y este gran evento con ustedes. Gracias a don Franklin Báez Brugal y a sus representantes por sus buenas atenciones.

Traigo una simple propuesta para todos ustedes: Usen su poder, tomen el mando, asuman la responsabilidad de participar en mejorar la educación. Porque es el único vehículo que garantiza el progreso real de nuestra sociedad; sobre todo el de nuestros hermanos y hermanas menos afortunados. Los niños que no pudieron estar aquí con nosotros esta noche, necesitan que tomemos acciones urgentes.

Reflexionemos un momento sobre el propósito de la educación.

En lo personal, la educación ha sido mi vehículo de liberación e inspiración. Mi meta se ha convertido en impartir ese sentimiento a mis estudiantes. Llegué a la ciudad de Nueva York con 11 años. A pesar de que traía un alto rendimiento académico de la República Dominicana, me sentí inútil y marginada por no saber inglés. Afortunadamente encontré respaldo en mi familia, en mis maestros, en mi ambiente académico y en los recursos a mi disposición para combatir los obstáculos culturales e idiomáticos que encontré como inmigrante.

Lo demás es una historia de desafíos, transformados en historias de éxito gracias a la educación. Son estudiantes dominicanos como Omar Mata, que a pesar de no saber el idioma cuando llegó con 11 años al Bronx, aprovechó los recursos que ofrecí en mi salón de clases como su maestra y los que estaban disponibles a su alcance en la escuela y en su hogar. Hoy en día, Omar estudia medicina en New York University, una de las mejores universidades de los Estados Unidos.

Durante mi trayectoria como educadora pública, he visto en las pupilas de cada uno de mis estudiantes una llama distintiva y especial. Llamas que si no las alimentamos, corren el riesgo de apagarse y tomar mucho tiempo para volver a iluminar, si es que tienen alguna otra posibilidad. He visto la diferencia que hace una alimentación básica, una vivienda, una madre, un padre ó un ser querido, educadores aptos y dedicados, y un ambiente escolar digno y seguro en la vida de un estudiante.

La educación como vehículo no funciona si las facultades individuales de un niño o una niña, su estómago, su corazón, y su mente no están en harmonía.

Recordemos que la educación es un derecho inalienable, no un premio.

Entonces, ¿Quién es el conductor de ese vehículo? ¿Cuál es nuestro papel en este compromiso de mejorar el bienestar de nuestro país, de nuestro mundo?

Si estamos aquí esta noche es porque creemos que la educación es el vehículo esencial que nos conduce al progreso y desempeño global. Un vehículo necesita combustible, una carretera en condición buena y segura y de un buen conductor. La educación, como el vehículo, no funcionará sin recursos académicos y sociales, sin buenos educadores y adultos preparados y comprometidos a servir de guía, en su momento, a nuestros estudiantes.

Países con alto rendimiento académico, como Finlandia y Singapur, invierten en la educación para asegurarse que de sus niños tengan alimentación, cuidado médico y una vivienda. Invierten en la educación de forma equitativa para que sus escuelas tengan la capacidad de educar a todos sus niños. Estos países invierten en la educación para asegurarse de que sus maestros reciban programas de preparación, orientación, y capacitación de alta calidad. Sus maestros reciben no solo el respeto de sus sociedades pero una preparación de alta calidad y un salario digno. Según estudios como el que condujo McKinsey y Co., llamado “Closing the Talent Gap” (Cerrando la Brecha de Talento) los maestros en Korea del Sur y Singapur, en promedio, ganan más que un abogado y un ingeniero.

En Finlandia, la meta primordial de la educación no está basada en la competencia ó en objetivos que no pueden ser compartidos. Su meta educativa es enseñar a los estudiantes acerca de su Humanidad para formar su carácter. Esas son sociedades comprometidas con la educación porque, como decimos en Estados Unidos, “they put their money where their mouth is” (Ponen su dinero donde ponen su boca).

Además de demandar el 4% para nuestra educación, tenemos la responsabilidad de demandar transparencia y justicia en la distribución de los fondos para asegurar que nuestros niños, no solo aprendan a leer y a escribir, sino también para que aprendan sobre su Humanidad, ese vínculo indisoluble que nos une, nos inspira, y nos reta a mejorar nuestra sociedad. Esa Humanidad común es la base de nuestro carácter.

Nuestros padres, madres, y tutores tienen el mismo compromiso de reconocer, valorar y actuar de acuerdo a su papel como conductores y modelos en las vidas de nuestros niños.

Como pueblo, tenemos la responsabilidad de unir nuestras voces y de actuar de forma astuta y genuina luchando por un mejor futuro. Muchos dominicanos, aquí y en el exterior, lo estamos haciendo. Nuestra presencia esta noche sirve como testamento de esta gran urgencia que sentimos para mejorar nuestra sociedad. Una vez más, es esa Humanidad la que nos une y la que conlleva al cambio que queremos ver, al cambio que necesitamos y merecemos.

Día a día vemos como grupos de dominicanos aplican su conocimiento y su Humanidad para crear organizaciones como la Fundación Brugal y otras comprometidas con la educación. Organizaciones de voluntarios, como Coalición Educación Digna y Yo Apadrino Tus Estudios, para sólo citar dos, están comprometidas con defender y promover la educación a través de la unión ó el apadrinamiento un niño. Este llamado por la educación incluye recursos académicos, sociales, emocionales, y físicos.

Vengo de una escuela pública, con muchos estudiantes dominicanos, con maestros estadounidenses y dominicanos, en donde nuestros niños se están educando adecuadamente. ¡Si otros países pueden, nosotros también podemos! Y si lo estamos haciendo en el exterior, aquí también se puede.

Basta ya de excusas baratas y retórica política circular que increíblemente dice menos que el “merengue sin letra”. El conocimiento es poder, la educación es la única vía de que esto sea una verdadera democracia, porque compartir conocimientos, es compartir el poder. Somos lo que hacemos. Por lo tanto, les imploro, como ciudadanos dominicanos y ciudadanos de este planeta, que compartamos el deber de concientizar y buscar la forma de enfrentar la pobreza a través la educación, por el bienestar de nuestros hijos e hijas, por el bienestar de nuestro país.

Como dijo José Martí, “después de la alimentación, la educación es la primera necesidad humana.” Lo dijo antes un proverbio chino: “Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos los días.” Los dominicanos no necesitan dádivas para comer, necesitan educación para ganarse la vida, para mantener a sus familias con dignidad.

Muchas gracias.

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